Encarnación Hernández Luna, creció en la población alicantina de Beneixama – aunque nació en la localidad francesa de Narbone donde habían emigrado sus padres – tenía 24 años cuando comenzó la guerra. La joven trabajaba en unos grandes almacenes de Madrid y militaba en las Juventudes Comunistas. Tras el golpe de estado luchó en el 5º Regimiento. Tras formarse en Gandía y en Albacete en el manejo de ametralladoras de fabricación soviética, participó en las principales batallas, por lo que se le ascendió primero a teniente y posteriormente a capitán de la 22 Brigada Mixta de Ametralladoras. Según estudios del doctor en Historia Gonzalo Berger, que lidera el proyecto Mujeres en Guerra, de las 4.000 mujeres documentadas que lucharon en el frente, » «Entre las combatientes se encuentran una cabo, catorce sargentos, dos alférez, siete tenientes, dos capitanes, cuatro comisarios políticos y una comandante».
Su instructor soviético Aleksandr Rodímtsev la recordó así cuando luchaba en la 22 Brigada Mixta de la División Líster:
“Junto al puente del Jarama, la escuadra de la ametralladora que guarnecía el puente quedó totalmente fuera de combate. Y, de pronto, la ametralladora ‘muerta’ empezó a sonar. La empuñaba Encarnación Luna. Había colocado una nueva cinta y con ráfagas cortas empezó a hacer fuego contra las filas de los atacantes».
Durante la guerra es donde conoció al revolucionario y brigadista cubano Alberto Sánchez Méndez, exiliado en EEUU. Desde donde parte hacia España integrándose en el Quinto Regimiento. Participó en numerosas batallas, siendo el brigadista cubano que mayor grado militar alcanzó en el Ejército Republicano. Encarnación y Alberto se casaron en marzo de 1937. El encargado de oficiar la boda fue el propio Enrique Líster, jefe de la División. Pero solo cuatro meses después el joven combatiente cubano cayó en la batalla de Brunete.
Así lo recordaría Pablo Neruda con un poema:
Allí yace para siempre un hombre que entre todos destacé,
como una flor sangrienta, como una flor de violentos pétalos abrazadores.
capitán de 20 años. Teruel, Garabitas, Sur del Tajo, Guadalajara,
vieron pasar su claro corazón silencioso.
Herido en Brunete, desangrándose, corre otra vez al frente de su brigada.
El humo y la sangre lo han cegado.
Ya allí cae, y allí su mujer, la comandante Luna
defiende al atardecer con su ametralladora el sitio donde reposa su amado,
defiende el nombre y la sangre del héroe desaparecido»
Tras la muerte de Alberto, Encarnación continuó combatiendo por la República. Fue herida. Y en el transcurso de la batalla del Ebro fue ascendida a comandante de Brigada, el grado más alto alcanzado por una mujer en el ejército republicano.
Unas semanas antes de acabar la guerra, cruzó junto a su unidad la frontera francesa por los Pirineos acompañada de su padre, siendo recluidos varios meses en el campo de concentración de Argelès-sur-Mer. Después se exilió en la Unión Soviética. A partir de ese momento, poco se conoce de su vida. Un misterio que reforzó su olvido.
Según algunas investigaciones, continuó su vida política trabajando para el Komintern, por lo que debió de realizar funciones clandestinas. Se conoce por algunos autores que residió en Paris y México. La última noticia contrastada con sus parientes es la de su fallecimiento en Québec (Canadá), donde vivió los últimos años de su vida bajo una identidad falsa. Era el año 2004 y Encarnación tenía 92 años.
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