miércoles, 3 de febrero de 2021

SAT Granada promueve acciones en defensa de los servicios básicos y contra el abuso de las eléctricas

En defensa de los servicios básicos en tiempos de coronavirus, y siempre.

Coincidiendo con el inicio de la Pandemia nos dijeron hace ya unas semanas: “Iros a casa”. 

La 
casa como refugio, protección, espacio de recogimiento. Pero, ¿y quién no tiene casa? ¿Y quién no tiene los suministros básicos en casa? ¿Y quién no tiene una red de apoyo? ¿Y quién tiene el enemigo en casa? Una casa no es siempre un refugio, puede ser también testimonio de situaciones de violencia y de opresión. De dominaciones sutiles, de dolor, de vulneraciones.

Nos dicen que tenemos que cuidarnos estos días, pero hay quien no puede permitírselo. Por eso nos hace falta confrontar el romanticismo del confinamiento. Tras este pueden esconderse una gran diversidad de situaciones de convivencia, para las que el modelo de “confinamiento” no sirve o acentúa su vulnerabilidad.

Pareciera que estos días se han visibilizado los cuidados. Pero quizás solo algunos, o quizás se nos ha olvidado visibilizar aún más quién los sostiene y en qué condiciones.
Se ha visibilizado el papel de la sanidad pública, la importancia del cuidado de personas dependientes o enfermas, pero también cómo de esenciales e imprescindibles para la vida son servicios como el agua, el saneamiento, la gestión de los residuos, la energía, etc. ¿Quién recibe un mayor impacto cuando estos servicios esenciales no están garantizados? ¿Quién los asume como tarea mayoritariamente?

Es mentira que esta crisis nos afecta a todas por igual. No es casualidad que en las zonas más pobres y en los barrios más vulnerados de las ciudades sean las zonas donde se concentra el mayor número de casos positivos de la Covid-19. Esta crisis no hace más que hundir todavía más a los más vulnerables y vulnerados.

La emergencia sanitaria que vivimos está siendo un espejo angustiante y doloroso que nos demuestra qué son los servicios básicos y por qué muchas luchamos para que estos sean siempre de gestión pública o comunitaria. Hemos visto cómo en momentos de crisis la sociedad en bloque pide -exige- la responsabilidad del sector público y del Estado para amortiguar el golpe. Más adelante quizás podremos reflexionar si realmente todo lo que nos es indispensable para la vida, los bienes comunes y los bienes públicos, deberían ser siempre -y no sólo en «estados de alarma»- de la ciudadanía.

Los cuidados infantiles y a personas mayores han vuelto a la esfera privada que se supone que debe tener medios emocionales, económicos e infraestructurales para hacerse cargo de ellos. Las medidas dirigidas a la infancia han sido inexistentes, orientadas en su mayoría a no hacerles abandonar su productividad escolar, sin pararse a pensar en aquellas criaturas sin espacio, sin acceso a redes, sin agua, sin energía, sin calefacción, sin seguridad ...
Agua, energía, salud, educación, acceso a las redes y las tecnologías, residencias para ancianos, producción de alimentos... recuperemos todas. Recuperemos la proximidad y lo
local en todas sus vertientes: en la producción de alimentos, en las redes comunitarias y vecinales de apoyo mutuo, en un modelo de la salud basado en la prevención, en los determinantes ecosociales, en la atención primaria.

No cedamos al falso discurso de que vivimos de la única manera posible porque precisamente la forma en que hemos vivido hasta ahora, orientada a la producción, a la acumulación de capital y a la mercantilización de todo aquello que pueda tener un valor añadido sólo nos ha hecho más individualistas y más desiguales. Los distintos gobiernos han externalizado ( y siguen ), precarizado y deslocalizado lo que el capital rechaza: los cuidados, la atención a personas mayores, la producción local de alimentos, las tareas del hogar, la sanidad... y ahora hemos visto que nos sostienen día a día. Porque no es que ahora las necesitemos más que antes, es que ahora las estamos asumiendo, o dejando de hacer en muchos casos, con la/s vida/s que esto se llevará por delante.

Nos piden que por el bien común nos quedemos en «casa». Y aquí estamos. Una de cada diez familias (como mínimo), no puede hacer frente a los servicios energéticos en condiciones normales.

Con el aumento de consumo que implica el confinamiento la angustia de la factura se hace ya infinita. Estas familias están haciendo un esfuerzo titánico por el bien común, pero parece que nos tiemble el pulso cuando a quien debemos exigir actuar por el bien común es a las grandes empresas.

Dicen suspendernos el pago de los suministros y del alquiler para que lo paguemos cuando supuestamente estemos mejor. Mientras tanto, todas aquellas empresas privadas a quienes hemos delegado nuestros cuidados a través de la gestión de los servicios básicos seguirán haciendo beneficios a costa de nuestro ahogamiento. ¿Tiene sentido seguir manteniendo los beneficios de unos accionistas mientras hundimos a las familias en deudas? Hay quien está produciendo en masa y hay quien no puede ni sentarse cinco minutos. Se está protegiendo el capital a través del sacrificio de las familias y de los colectivos más vulnerados. No podemos normalizar esta receta. No debemos aceptarla de nuevo.

Nos dicen “iros a casa”, mientras desmantelan nuestros modos de vida, nuestras condiciones materiales de existencia.

POR TODO ELLO NO NOS VAMOS A IR A CASA: VAMOS PELEAR POR NUESTROS DERECHOS, POR ASEGURAR UNA VIVIENDA, SERVICIOS BÁSICOS Y UN EMPLEO PARA CADA UNO DE NOSOTRAS/OS, LOS QUE SOMOS MÁS VULNERABLES Y ESTAMOS EN PEOR SITUACIÓN.

Ocupación de la sede de ENDESA en Sevilla


El pasado 21 de enero el SAT ocupó pacíficamente la sede central de Endesa en Sevilla " porque hace falta Nacionalizar las eléctricas. Porque mientras hay personas que mueren de frío el precio de la luz sigue subiendo sin sentimientos ni miramientos." Según hizo público a la salida de sus oficinas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario